20 de junio de 2014

Inmediata respuesta


Pues cómo es entonces, querido plagiador, mi copión de tocador, papel de calco, amanuense desvencijado y suelto de lengua, faltón e impertinente, mi grosero procaz y cobardón, que siendo yo como tu dices zancarrón no seas tú quién de explicar por qué te has decidido a prolongar por sus orillas más secas un Dakovika, según tú, indigente de virtudes. A qué te maquillaras de mí y te engolaras la voz y te pusieras todo serio a insultarme y a no atreverte a perpetrar capitulillo más. No te engañes en tus fantasías, aquellas pobres notas tuyas de vendedores del rastro hube yo de corregirlas y de ponerlas desde las tildes hasta las patas para abajo de para arriba para que las selectas gentes que convocan los ultramarinos no dieran en reír de un necio riendo de otros necios.


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